Nuestro país genera una desconfianza sin precedentes. La imagen de nuestro Presidente en la cumbre de Jefes de Estado de la OTAN, buscando su lugar, con la cabeza gacha, mirando hacia el suelo, vagando de izquierda a derecha, preguntado “Where is Spain?” es una imagen que equivale a mil palabras (y a otras tantas cifras macro). Una escena que bien podría haber sido escrita por el mismísimo guionista de Mr. Bean describe a la perfección dónde nos encontramos: desorientados, desalentados, cabizbajos y sin rumbo.
El riesgo país en máximos desde 1996; el diferencial con el bono alemán subiendo; la Bolsa bajando. Dos años de recesión (con caídas del PIB del 3,7% y del 0,3% en 2009 y 2010); una tasa de paro que supera el 20%; una deuda pública del 60% que crece de forma progresiva (llegará al 70% en 2011). Y unas perspectivas que retrasan la recuperación hasta 2015 o 2017 (según la OCDE) que augura un “futuro mediocre, bajo crecimiento, alto desempleo y alto déficit.
Y nuestros gobernantes solo esgrimen un argumento: España no es Irlanda. Una obviedad. Pero el problema no reside en nuestras similitudes con Grecia o Irlanda, ni tan siquiera en el hecho de compartir la honrosa membresía al “club PIGS”; el problema de España es la propia España.
España genera desconfianza porque muy pocos ven plausible una recuperación de nuestra economía sin acometer profundas reformas. Nuestra competitividad sigue siendo un lastre y sin opciones para devaluar nuestra moneda tal vez debiéramos llevar a cabo una devaluación interna reduciendo un 25% los salarios para recuperar competitividad mientras obtienen sus frutos estrategias basadas en la innovación y el cambio de modelo productivo (que en el mejor de los casos pueden suponer una década).
Ese problema de competitividad impide aprovecharnos del previsible crecimiento de los mercados exteriores. Cierto es que las exportaciones están creciendo, pero comparadas con las de 2009. Si comparamos las exportaciones españolas del tercer trimestre de este año se hallan al 80,7% de las del mismo trimestre de 2008. China supera las cifras comparativas (105,9% con respecto a 2008), Japón casi las iguala (96,8%) mientras que los países de la Unión Europea se encuentran en una cifra similar a la de España (Alemania 84,9%, Reino Unido 83%). Son estadísticas de la Organización Mundial del Comercio. Revelan que nuestras exportaciones crecen pero a un ritmo inferior al de las economías de nuestro entorno. No es un argumento que avale en ningún caso recuperación de nuestra competitividad, a pesar de que en estos días he llegado a escuchar lo contrario.
Como también he escuchado esta semana que el déficit se está reduciendo de forma acelerada. Como observador me resulta algo difícilmente creíble en una economía que no crece, con una tasa de paro que si lo hace y unas administraciones autonómicas y locales en las que nadie está dispuesto a pisar excesivamente el freno. El último informe del Banco de España dice que a 30 de junio el déficit estaba en el 10.9% (únicamente dos décimas por debajo del registrado al cierre de 2009) con lo cual esa reducción no está siendo tan “rápida” como algunos comentan. Además, son muchas las voces que argumentan una contabilización no homogénea de los ingresos fiscales (como un artículo de Libertad Digital). La ingeniería contable del Gobierno provoca un incremento de los ingresos por retenciones del IRPF (la supresión de la deducción de los 400 euros y también se ha ingresado la cantidad correspondiente a la liquidación de 2009, con lo que tenemos 5 décimas del PIB de ingresos que realmente corresponden a 2009, pero que se están contabilizando en 2010. Si se hubiera contabilizado de otra forma el déficit de 2009 realmente hubiera sido el 10,6% y la tendencia del de 2010 se iría al 11,4%, es decir 8 décimas más. ¿Qué quiero decir con esto? Que la ingeniería contable está muy bien para engañar a los demás pero resulta estúpido creérsela uno mismo. Esta muy bien reducir déficit a base de ingeniería contable, pero la realidad demuestra que, más allá de esa ingeniería, no estamos realmente abordando el verdadero problema. Los medios El Economista también revelan que Hacienda parece haber recibido órdenes de retrasar en lo posible las devoluciones del IVA a las empresas. Cualquier defecto de forma es válido para maquillar la cifra del déficit público. Algunos hablan de un mínimo de 7.000 millones de euros, es decir, unas 7 décimas del PIB. Si ese maquillaje el déficit volvería al 12%.
También resulta socorrido (para justificar que España no es Irlanda) el argumento de nuestra “recuperación” económica: el PIB crecerá en 2010. Si es así, crecerá poco más de 0%. Que lo celebren los que quieran. Pero que tengan en cuenta que ese crecimiento será, una vez más, fruto del maquillaje (no estarça sustentado en un crecimiento real de nuestra economía). Por poner un ejemplo que citan en Libertad Digital: esas devoluciones de IVA comentadas han sido contabilizadas por las empresas (ver el INE) como parte del VAB (Valor Añadido Bruto) generado por un lado y (al no haberse hecho efectivas por parte de Hacienda) también se han contabilizado como impuestos sobre la producción. Algunos hablan de 6.000 millones de euros en el tercer trimestre. ¿Eso qué significa? Que en lugar de crecer un 0,2% interanual ¡estaríamos cayendo un 2,2%! Cierto es que sin estos maquillajes contables estaríamos ahora en un verdadero aprieto (al borde del rescate)
Otro argumento que emplea el Gobierno cuando se menciona el problema de la deuda española es su volumen, inferior en algunos casos y muy similar al de los países de la Eurozona. Pero todos sabemos que lo importante no es la cantidad que debes, sino la capacidad que tienes para hacer frente a tus compromisos. Lo que algunos llaman solvencia. Debemos poco si lo comparamos con otros, pero demostramos poca capacidad para poder pagar lo que debemos. ¿Por qué? Una economía que no crece, una tasa de paro del 20%, una competitividad deficiente y un gobierno que no toma una sola medida de calado al respecto auguran un estancamiento durante una década (al menos) si nadie lo remedia. En este escenario ¿no es lógico que alguien piense en hipotéticos problemas de solvencia? No; es más fácil pensar en especuladores despiadados que atacan sin piedad a España, al Euro, a Occidente….
La credibilidad pasa por demostrar a “los mercados” que España puede crecer y contener su gasto público. Pero eso no se demuestra con cifras maquilladas, sino con hechos; es decir, con medidas estructurales que mejoren la competitividad de nuestras empresas, reduzcan la tasa de desempleo y permitan un crecimiento del consumo, por un lado; y con planes serios para contener el gasto público en los ayuntamientos y autonomías (esta semana leía el dato del coste que supone para los ciudadanos mantener tantas y tantas televisiones autonómicas; ¿nos podemos permitir esos lujos en los tiempos que corren?)
El precio de nuestro bono crece. ¿Qué pasaría si llegara al 7%? Es mejor responder: nunca llegará a esa cifra. Pero más inteligente prever lo que pueda suceder si se dispara hasta esas cuotas. Tal y como ha ocurrido en Irlanda, los depósitos de los bancos menguarían (el capital se fugaría a otros países) y los bancos tendrían problemas para renovar su deuda exterior. El mercado inmobiliario no se recuperaría y sería imposible liquidar los ladrillos y el suelo de los balances de los bancos. La banca recurriría al BCE que ayudaría con liquidez…pero hemos visto lo que sucede después: una vez llegados a esos extremos, en cuestión de semanas o meses, el problema no termina de resolverse.
España no es Irlanda y son muchos los argumentos que lo demuestran. Uno de ellos, el paro. Algunos se sorprenden cuando los “mercados” desconfían de España. Pero nadie se “pone en sus zapatos”: ¿cómo se puede confiar y estar tranquilo en un país con un 20% de tasas de desempleo? Muchas personas fuera de España se preguntan por qué aún no ha estallado una revuelta social; algunos piensan que tarde o temprano el problema estallará. ¿No son motivos suficientes como para tener preocupados a los analistas e inversores internacionales? (¡Qué va! El paro no importa; simplemente son unos canallas especuladores)
Por si fuera poco, el déficit irlandés se ha disparado debido a que el Estado ha asumido las pérdidas del sector bancario, que son ya conocidas en su mayor parte. Pero en España todavía tenemos pendiente la reestructuración de nuestro sector financiero, cuyas pérdidas debidas al inmobiliario aún han de aflorar.
Dejo para el final algo que llevo comentando desde 2007, cuando se iniciaba el problema de las subprime en Estados Unidos y se decía que en España no había ese problema; cierto; la banca estadounidense dio créditos a personas que no se podían permitir el lujo de comprar un piso. En España eso no sucedió, pero los pisos están ahí: construidos y sin vender. La banca dio dinero a los promotores inmobiliarios paraqué construyeran pisos que la gente no se puede ahora permitir el lujo de comprar. No es lo mismo; pero sus consecuencias pueden ser parecidas. El estallido de la burbuja inmobiliaria a afectados a particulares, promotores, constructores, proveedores, ayuntamientos… Pero aún no ha afectado de verdad al último eslabón de la cadena: los bancos. Y aquí si que si….España podrá parecerse a Irlanda.
Al igual que en el caso de Irlanda tenemos un problema de salud del sistema financiero. Si sumamos dos más dos nos dan cuatro: con 325.000 millones de euros en créditos ligados al ladrillo y un “futuro mediocre” (según la OCDE) con paro y crecimiento más próximo al 0% que al 2% hasta el 2013 (por lo menos), nuestros bancos y cajas están al borde del crash. Y aquí es donde se utiliza otro argumento “inapelable”: superaron los “estrés-test”. Ya. Y los dos bancos irlandeses que se sometieron a ellos también los aprobaron. Desde los máximos de agosto, el sector financiero ha destruido un 25% de su capitalización bursátil y en el último mes, se ha dejado un 18%. Y los analistas de divisas de Barclays Capital señalan a las cajas de ahorros españolas como uno de los principales puntos débiles, no ya de España ¡sino de la zona euro y la propia divisa común!
Solo nos quedan dos alternativas: tomar medidas urgentes ya; o ser rescatados e intervenidos a lo largo de 2011. La pasividad no es una opción y el optimismo sin fundamento no es la medicina.
Por cierto. España no es Irlanda y una Cruzcampo bien fría en botellín de 33cl no es una pinta de Guinnes. Pero hemos de recordar que el grupo cervecero Guinness Brewing Wolldwide compró la cervecera sevillana Cruzcampo S.A hace veinte años y que los problemas de Irlanda no escapan a la fábrica de Sevilla (como tampoco podrán ser ignorados por la "fábrica" de Moncloa)
1 comentario:
Genial artículo!!! La mejor foto de la realidad actual. Enhorabuena!!!
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