viernes, 22 de mayo de 2009

Día 217:¿Brotes verdes?

En las últimas semanas (en las que he permanecido “callado”) hemos asistido a comentarios de personas que “perciben” indicios de recuperación, ven “brotes verdes” a nuestro alrededor…todo ello aderezado con un Ibex que se sube por las paredes…. He permanecido reflexivo, porque particularmente no percibo esas “señales” de recuperación (o de ralentización de la caída), intentando averiguar qué es lo que otros logran leer entre líneas (o entre cifras) y que yo no consigo atisbar.
Yo sigo viendo el panorama muy, muy mal. Insisto en un comentario que ya he repetido en otras ocasiones: el mal que generó esta crisis (los activos tóxicos) y sus consecuencias todavía no ha sido erradicado. Pronto veremos varios bancos de Estados Unidos tendrán que ampliar capital ¡en grandes cantidades! , tendrán que ser recapitalizados y el pánico volverá a darse un paseo por los parqués. También hemos visto como la agencia Standard & Poor's ha puesto bajo vigilancia “negativa” el rating de AAA del Reino Unido (y nunca hasta la fecha la economía británica ha perdido la máxima calificación crediticia). Y algunos rumores hablan incluso de la economía USA.

Pero lo que más preocupa es lo que está sucediendo en España. La caída del PIB en el primer trimestre de 2009 (un 3%) ha sido brutal (vale….no tanto como en otros países) y las consecuencias las vamos a pagar en los próximos meses. El panorama a medio plazo de los 5.000.000 millones de parados que alcanzaremos en cuanto pase el verano (se acaben de tapar las zanjas de las aceras del Plan E, venzan los contratos temporales asociados a los servicios turísticos, etc.) es desalentador. La rigidez del mercado laboral español de la que llevo tantos años hablando fulmina las esperanzas de millones de personas de volver a encontrar un trabajo en este país en los próximos meses (tal vez años). La obsesiva protección del empleo propugnada por muchos traerá como consecuencia la destrucción de esos puestos de trabajo que se pretendía proteger. Será un efecto boomerang. La crisis ha destruido 2 millones de puestos de trabajo (cuando debiera haber destruido menos de la mitad si atendemos a lo que ha sucedido en otros países de nuestro entorno). ¿Por qué?

Cae un 3% el PIB. Las ventas en muchos sectores han caído un 20% de media: construcción, electrodomésticos, ropa, etc. (algunos, como los camiones, superan el 50%). Es lógico que las empresas tengan que revisar sus previsiones y ajustar sus costes. Menos demanda, menor producción. Menor producción, necesidad de ajustar costes laborales. Necesidad de ajustar costes laborales, prescindir de trabajadores.
Lo lógico sería identificar a las personas menos productivas de una organización. Imaginemos una empresa que, al ver estancada la demanda, tiene que ajustar su producción y ha de recortar 200.000 euros este año en sus costes laborales. La empresa identifica a 4 personas con costes individuales de 50.000 euros al año, que son los trabajadores menos productivos (cobran más que la media…y además producen menos).

Pero, ¡eh aquí el problema! Su indemnización por despido (llevan 15 años en la empresa) es de 100.000 euros por barba. ¡Imposible asumir ese coste!
La situación ha de ser replanteada; en lugar de prescindir de los 4 de 50.000 euros hemos de prescindir de 10 de 20.000€ (las personas que llevan menos tiempo en la empresa, contratos temporales, etc.). Que en muchos casos da la casualidad, son los más entusiastas, los mejor preparados, más formados y más productivos.
De manera que en lugar de destruir 4 puestos de trabajo se han destruido 10. Esto no pasaría si las indemnizaciones por despido no fueran tan elevadas (tal vez además esas personas no serían tan poco productivas; muchas saben que las empresas “no pueden echarles” por qué no hay quien pague esas indemnizaciones; y hay alguno que incluso prefiere que le echen, porque se lleva a cada una buena tajada y de ahí…directo a la jubilación).

Claro está, también podemos ver la botella medio llena en lugar de medio vacía: si no existieran los contratos basura, no se echarían a la calle a esas 10 personas. Pero seamos realistas: si la empresa no puede recortar sus costes laborales ante la brutal caída de la demanda de algunos sectores, estaría abocada a la quiebra. En lugar de 10 se perderían 100 empleos. Y en lugar de 5.000.000 de parados tendríamos 10.

Paradójicamente la excesiva protección del empleo está atentando directamente contra el empleo que se quiere proteger. Esos 5.000.000 de parados que tendremos después del verano provocarán una ralentización de la recuperación de la demanda (menos gente trabajando, menos gente consumiendo) que seguirá obligando a las empresa a recortar empleo…e inevitablemente los siguientes serán los trabajadores con esas cláusulas de “protección” que en este caso, no les protegerán. No les podrán despedir…porque no les pueden indemnizar; pero tampoco les van a poder pagar sus salarios…Y se montará la de San Quintín.