miércoles, 29 de diciembre de 2010

La próxima crisis

Cerramos la primera década del Siglo XXI hablando de crisis; crisis económica, crisis financiera, crisis inmobiliaria, crisis de deuda…

En la nueva década que comienza seguiremos hablando de crisis (estancamiento de nuestra economía, alta tasa de paro, compleja digestión del ladrillo, restricciones al crédito…). No obstante, a pesar de la gravedad de la crisis económica, saltará a los titulares una crisis de la que apenas hemos comenzado a hablar: la crisis energética.

España no ha hecho los deberes durante dos décadas en muchos apartados: mercado laboral, productividad, organización de la administración pública, investigación y desarrollo… Y una de las grandes asignaturas pendientes es la energía.

Ahora que hemos conocido los planes del Gobierno para subir el precio de la electricidad un 10% los ciudadanos comienzan a ser conscientes del problema. La demagogia de nuestros gobernantes (tanto el PSOE como el PP) ha impedido unas subidas de las tarifas eléctricas acorde con los costes a lo largo de la última década. Aplicando la receta favorita de los españoles en los últimos tiempos: para que pagar hoy si lo puedo pagar mañana. No solo hemos financiado nuestra casa, nuestro coche… Los ciudadanos también tenemos una “hipoteca eléctrica”: la parte de la factura que no pagamos hoy la pagaremos mañana.

Con unas tarifas que no cubren los costes, la deuda contraída (lo que se conoce con el déficit tarifario) asciende ya a 14.000 millones de euros y cabalga hacia los 20.000. Es la cantidad correspondiente a la energía que ya hemos consumido y que aún no hemos pagado.

En su día, el Gobierno del PP reconoció que las eléctricas tenían derecho a cobrar la diferencia entre el precio de tarifa y los costes reales y lo solucionó a la española: con un crédito. Se inventó la titulización eléctrica: pedir dinero prestado a los bancos para pagar a las eléctricas. Luego, a los bancos se les devuelve el dinero (con intereses) mediante recargos en el recibo de la luz durante quince años. Así, en lugar de subir la tarifa de la luz de golpe…se iba subiendo poco a poco (generando una “hipoteca eléctrica” a quince años). El gran truco que ha funcionado durante una década: a los españoles no les han subido los sueldos…pero el crédito fácil les ha permitido adquirir vivienda (muchos una segunda), cambiar de coche cada cuatro años, vacaciones de lujo, televisiones de 50 pulgadas, móviles de última generación. Hasta la luz la pagamos mediante créditos (el consumidor disfruta de unas tarifas por debajo del coste sin preocuparse –o sin saber-que lo que no paga hoy…le tendrá que pagar mañana). La burbuja sigue inflándose hasta que las leyes de la física impongan sus reglas.

Pero en 2010 no está resultando fácil encontrar dinero y ya no es tan sencillo titulizar y encontrar quien compre esa deuda. A todo ello hay que sumar la caída de la demanda de electricidad (derivada de la ralentización de nuestra economía) o el desenfreno en las subvenciones a las energías renovables (6.200 millones de euros en 2009) por un lado y al carbón de las cuencas mineras deficitarias por otro (la paradoja de un Gobierno que apuesta por energías limpias con la mano derecha mientras con la izquierda contribuye a que se continúe quemando carbón y emitiendo CO2 a la atmósfera). Por no mencionar la picaresca de los huertos fotovoltaicos solares que generaban energía hasta durante la noche (cuando el astro rey calentaba a los neozelandeses los generadores de gasoil generaban electricidad a la red con las subvenciones pagadas a costa de nuestros impuestos).

El problema energético en España es triple. Por un lado, nuestra energía es cara (no el precio de tarifa -que, a pesar de la subida del 10% para este año, debiera subir otro 30% para hablar de precios reales-sino el coste)

En segundo lugar somos muy poco eficientes energéticamente hablando (el consumidor, al no ser consciente del verdadero precio coste de la electricidad, sigue derrochando energía). Un incremento de las tarifas del 30% incentivaría el ahorro energético (pero hundiría a muchos negocios que ya están tocados por causa de la crisis)

Y, en tercer lugar, aparece el problema que generará nuestra crisis energética en la próxima década: tenemos una altísima dependencia del exterior (principalmente del petróleo y el gas, pero también importamos –en los momentos de alta demanda- electricidad de las centrales nucleares francesas (mientras cerramos la nuestras, una contradicción más de nuestros gobernantes y la demagogia que rodea a sus decisiones)

La dependencia energética externa de España es mayor que la media de la Unión Europea. El grado de autoabastecimiento de energía primaria (relación entre producción interior y consumo total de energía) no llega al 25%, lo que supone que en España más del el 75% de la energía primaria consumida es importada del exterior. Un claro ejemplo es nuestra dependencia del petróleo (que es importado en un porcentaje cercano al 100%) que nos convierte en uno de los países avanzados más dependientes. El previsible aumento del precio del barril de crudo en los próximos meses (volverá a situarse por encima de los 100 dólares) hará más visible aún el problema real: la crisis energética de un país que durante dos décadas no ha desarrollado un plan energético pensando en el futuro y se ha limitado a desarrollar ingeniería financiera para que el verdadero coste de la electricidad no sea reflejado en el IPC.