Hace un año escribía un post en este blog comentando el asunto de los brotes verdes. Un año es tiempo más que suficiente para que el brote hubiera crecido y la plata pudiera estar preparada para recolectar tomates. Eso no ha sido así. Y lo peor no es que los afectados por aquella fiebre verde no hayan reconocido su error; lo peor es que un año después vuelven a tropezar con la misma piedra.
Ayer oímos a la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, decir que "ya no es el momento de hablar de la crisis, sino de impulsar políticas que garanticen un crecimiento robusto". Se apoya en datos como el aumento del IPC (que para unos podrían augurar el futuro regreso a la senda del crecimiento y para otros puede ser la antesala de un problema mayor, si el encarecimiento del petróleo dispara los precios) o la leve recuperación de nuestras economías vecinas. Datos positivos que son minimizados si los comparamos con la desolación que nos rodea en forma de una tasa de paro inimaginable hace unos años que será insoportable dentro de pocos meses.
Si hace un año afirmaba que no veía brotes verdes por ningún lado hoy auguro que dentro de un año seguiremos hablando de una profunda crisis (y comentaré en el blog este post de hoy recordando la frase de la vicepresidenta económica: “ya no es el momento de hablar de la crisis”)
Tal vez me equivoque, pero no estamos prestando la atención necesaria al problema griego. Se habla de planes de rescate, de posible default, de riesgo de suspensión de pagos, de la imposibilidad de llevar a cabo un recorte del gasto público que permita siquiera pagar los intereses de su deuda. Incluso algunos hablan de quiebra, salidas del Euro.
Lo que pasa en Grecia no importa; el paro en España es un mal menor ya que estamos pagando subsidios a quiénes no tienen trabajo; el problema del crédito y la situación del sistema financiero español no es preocupante. Lo verdaderamente interesantes es que la comparación intertrimestral de la economía empieza a mostrar cifras menos negativas. ¡De eso hay que hablar! Y no de la crisis.
La insignificante recuperación que la economía española experimentará en los próximos meses se detendrá en seco en el momento en que no podamos mantener los estímulos fiscales; estímulos y ayudas que se cortarán en cuanto los griegos (más pronto que tarde) exploten: los mercados no querrán saber nada de la deuda pública de países como el nuestro y por todos los lados exigirán planes de austeridad agresivos para evitar otro caso como el de Grecia. Con una tasas de paro del 20% y con un sistema bancario que comienza a mostrar síntomas preocupantes…. colocar nuestra deuda puede resultar dentro de poco muy complejo.
Podemos comparar nuestro nivel de endeudamiento con el de otros países avanzados y afirmar que no estamos tan endeudados. Pero analizar de forma aislada ese ratio sirve de muy poco. Alemania podrá hacer frente a su deuda porque tiene expectativas de crecimiento próximas. En España tenemos un endeudamiento desmesurado si atendemos a la ridícula expectativa de crecimiento prevista para los próximos años.
Si nos vemos obligados a reducir nuestro déficit presupuestario (dejarlo por debajo del 3% en 2013) las consecuencias van a empeorar aún más si cabe la situación; nos veremos abocados a un estancamiento de nuestra economía…durante al menos una década.
Estamos entre la espada…y el precipicio. Si reducimos déficit (que nadie sabe cómo hacerlo) nos estacamos; y si no lo hacemos nos precipitamos al vacío. ¡Ya nos gustaría estar entre la espada y la pared! Al menos ésta nos sujetaría mientras tensamos nuestros músculos para aguantar la presión del acero sobre la piel.
La deuda nos ha permitido aguantar el embate de la primera ola; pero nos hemos quedado quietos sin hacer nada por evitar la siguiente (como si las marejadas tuvieran una única ola). Ni una sola medida sería para un país con la competitividad por los suelos, el modelo económico obsoleto, el mercado de trabajo excesivamente rígido, la educación desprestigiada, la investigación y la innovación en precario… ¿Qué vamos a hacer cuando llegue la siguiente ola? (el verano pasado comentaba lo del “ojo del huracán”) ¿Habrá sido “el remedio” (la deuda generada por el gasto público con el que hemos inyectado recursos en la economía) que “la enfermedad”?
Mientras tanto seguimos sin una sola reforma. Si alguien habla de reformar las pensiones…los sindicatos salen a la calle. Si alguien habla de reforma laboral….los sindicatos salen a la calle. Y como este Gobierno nunca hará nada sin el beneplácito de los sindicatos…no se moverá una sola ficha. ¡Menudo debate se ha montado en torno a la reforma laboral….cuando en realidad lo que se ha planteado no es ni reforma, ni reformilla!
Con unos sindicatos que bloquean cualquier atisbo de reforma; con un Gobierno incapaz de tomar una sola medida que moleste a los sindicatos; con una oposición lamentable (que con la que está cayendo, debiera de sacar 10 puntos de ventaja en intención de voto) rodeada de casos de corrupción y con un líder en el que muy pocos (incluso en sus filas) creen; con una clase política que solo se preocupa por lo suyo; con una patronal presidida por un individuo perseguido por mojes cobradores y rodeado de pancartas de trabajadores que reclaman que les pague; por no funcionar no funciona ni el Madrid de Florentino.
Pero el problema de España no se limita a las dificultades para endeudarse, al déficit, al paro…. Ya en los primeros post de este Blog en 2008 hablábamos de los problemas del sistema financiero (cuando hablábamos de las “subprime españolas”: en España el problema no son los NINJAs que no pagan su hipotecas…sino los promotores inmobiliarios que no devolverán sus préstamos).
No queremos mirar hacia Grecia..y tampoco queremos mirar en los balances de los bancos y cajas. Si mirar hacia Grecia acojona…analizar los balances de las entidades españolas nos puede traumatizar de por vida. Hace unos días, como el que dice que entra una borrasca por Galicia, el presidente de la Asociación Hipotecaria comenta que de los préstamos concedidos a los promotores inmobiliarios hay unos 325.000 millones de euros ¡de muy difícil cobro! De momento han camuflado “el marrón” renegociando esos créditos (mejor refinanciar al promotor que quedarme con miles de adosados a medio construir en un pedregal de Murcia donde habían sido diseñado una “urba” con cinco campos de golf. No han querido hacer un “hole in one” y siguen llevando la pelotita de un lado a otro del green. No saben que tarde o temprano…acabarán en el hoyo.
Vale. Refinanciar es mejor que quedarse con algo cuyo valor real hoy por hoy tiende a cero. Pero el problema es que a su vez, las entidades financieras españolas, deben a los mercados exteriores alrededor de 800.000 millones de euros. Y que si no cobran…difícilmente van a pagar. A no ser que milagrosamente la economía española vuelva a crecer por encima del 4% dentro de un par de años y los promotores terminen los adosados, cientos de miles de españoles vuelva a solicitar hipotecarios para una segunda vivienda…y la banca recupere lo que nadie quiere reconocer….que nunca recuperará.
Cuando hablaba de que nadie mueve ficha en la reforma de las pensiones, ninguna autonomía o ayuntamiento quiere saber nada de recortar su gasto, nadie habla en serio de la reforma del mercado laboral, nadie menciona el absolutamente necesario ajuste de los salarios….se me había olvidado comentar lo de las Cajas. Inmersas en complejos entramados de intereses políticos…pocas mueven ficha; el proceso de fusión de las cajas avanza a la velocidad del desarrollo de una berza en el desierto. La frase que mejor describe a España (“¡No pasa nada!”) también parece suscrita por las cajas.
Sumando dos más dos nos dan cuatro: si los bancos deben un pastizal por un lado, tienen dificultades para cobrar por otro, la tasa de paro puede amenazar a su morosidad por arriba, y el ajuste en el déficit estancará nuestra economía por abajo… La conclusión es clara: cada vez será más difícil conseguir un crédito y más pronto que tarde el sistema bancario español nos generará fuertes dolores de cabeza.
En fin…ahora que lo pienso…después de haber escrito todo esto…¡la vicepresidenta económica tenía razón! Tal vez ha llegado la hora de dejar de hablar de la crisis porque el concepto se queda corto a la hora de ilustrar la magnitud del desastre que se avecina.
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